15 septiembre 2006

Las bodegas de Aranda

El Jarro. El Cubillo. El Niño de la Capea. El Chilindrón. El Alboroto. La Amistad. Tierra Aranda. La Ribera.
Cada peña, su bodega. Fueron más, pero quedan éstas. De pequeño, los días en que había toros, comía pronto para dormir la siesta. Cuando me despertaba me vestía con el traje de la peña La Amistad y de la mano del tío Iñaqui ibamos a la bodega, lugar de encuentro para subir en procesión hasta la plaza de toros. En los recuerdos de mi memoria quedan algunas faenas de los Campuzano (ambos), Manzanares, el Niño de la Capea, Curro Rivera, Paquirri, Palomo Linares e incluso el Morenito de Maracay. Por supuesto, un buen bocata entre el tercero y el cuarto. La ubicación siempre era la misma, justo encima de los toriles, y yo en última fila, para asomarme. Tras la corrida, de nuevo desfile en procesión, pero esta vez con todas las charangas (una por peña) repartiendo música. El destino final, la plaza Mayor y de ahí cada peña a su bodega, puertas abiertas para los visitantes y vino y limonada a raudales.
El traje: pantalón azul celeste, camisa blanca, chaleco blanquiazul, fajín rojo, pañuelo rojo y gorra azul y blanca.
Estos días se celebran las fiestas y hoy, mis paisanos, se proponen conseguir el record mundial de cata de vinos.