16 abril 2006

Cuatro intensos días

El jueves a media mañana tomamos la ruta alternativa, ruta palentina. Viaje tranquilo, poco tráfico, soñando con pinos, césped y algunas cepas. A la llegada, las primeras limonadas en Cistierna y la continuación en Sabero, donde espera la familia para hacer la ronda al completo. Por la tarde, análisis del avance de las obras del futuro Museo Minero (que lleva a cabo la empresa del bigotudo que durante mucho tiempo tejía el destino del pozo cablero), repaso al proyecto total y recuerdos de padre y madre que se sienten rejuvenecer al revivir otros tiempos en los que vieron florecer la ilusión en cada calle. Al caer la noche y el frío, segunda parte de la ronda por los cinco chigres (como diría Sánchez Bolín) que aún permanecen con vida en el pueblín.
Para el viernes reservamos un largo descanso en la mañana y una sobremesa extensa con degustación de tarta de café que la abuela había preparado con todo el cariño del mundo para el cumpleaños del mayor de sus nietos. La noche trae la celebración por lo alto en el histórico Casa Vidal, 23 personas, protagonistas: César y Jorge. Después de esto, dejamos pasar los minutos y las horas con copa en mano y posteriormente micrófono para repasar buena parte de la música de los últimos 40 años en el karaoke improvisado del Galaxia. Eran las siete y diez de la mañana cuando el cuerpo cogió posición horizontal.
Tras 4 horas de sueño, rumbo a León, barrio húmedo, Catedral, procesión y con unos cuantos judíos en el saco (la tradición dice que si tomas una limonada matas un judío) los no conductores, volvemos al valle, donde cenamos y tenemos una animosa velada recordando las tonterías de la tarde producidas por los efectos de la limonada.
Mañana del domingo, vuelta a casa. Cansancio, sueño, gastos y otras cosas, en fin, día raro. Por la noche cita con Toma Uno y a dormir.