26 abril 2006

Arribes del Duero

Finde (como diría Sánchez Bolín) en la provincia salmantina, Mieza para más señas. El Duero pule el paisaje excarvando acantilados y extrañas figuras de difícil acceso. Cinco parejas, cinco, con dos churumbeles (de entre dos y tres años) que ríen y lloran por igual, pero que dan alegría y liberan a los padres de la vigilancia contínua. El alojamiento a cinco metros de la iglesia, cuyo campanario está a pleno rendimiento. "Tocará sólo hasta las 12" insinúa alguno, sí, sí, hasta las 12, pero del día del juicio. ¡Joder, con las campanas! ¿No veníamos a descansar?
En el bar del pueblo, a las dos y media de la mañana, están el dueño y el amigo viendo dibujos animados. Algo no encaja: o ya no saben que ver, o estaban echando una cabezada, o les dio tiempo a cambiar de canal rapidísimamente cuando asomamos por la puerta los tres fenómenos.
En fin, el domingo hubo paliza de coche, el BM. Valladolid jugaba la final de la Recopa y madrugamos para hacer Mieza-Valladolid (2 horas) y nada más terminar el partido Valladolid-Mieza (2 horas). Ya lo sé, estoy un poco loco, pero este deporte me encanta, y era una final europea, que no se ve todos los días.
Por cierto, la paliza mereció la pena, bueno para un pájaro que se cruzó en mi camino, no tanto.