05 febrero 2011

Ya son 18 años

Recuerdo cuando estando en aquella triste habitación del Hospital de León me decías al oído: "A ver cuándo me voy de una vez y os dejo de dar guerra...", a lo que yo contestaba: "Abuela, todavía te queda mucho por vivir, no digas tonterías". Y aguantó, no mucho, pero aguantó un tiempo. Lo suficiente para cumplir las famosas bodas de oro, 50 años de matrimonio con el abuelo Alejandro. Bilbao, Sabero, Aranda de fondo... En fin, unos cuantos nietos rondando por ahí y que no hacían más que pedir. ¡Qué paciencia la tuya, abuela! Siempre preparando la merienda, haciendo esas morcillas o esos chorizos de la matanza! Teniendo siempre la bilbaina en su punto para que, por lo menos la cocina, tuviera la temperatura adecuada. Pegándote la paliza en nochebuena/nochevieja para que estuviéramos todos a gusto. Tu nieta mayor, pudo despedirse (con un mal trago, sí) pero estuvo contigo en los últimos minutos. Yo, después de un examen de Cálculo de Probabilidades, llegue a casa y me encontré con la noticia de parte de la abuela Pilar, un shock!! No pronuncié palabra hasta llegar a Sabero, y una vez allí, pocas. En el sofá del salón, un fuerte abrazo con mi madre, otro con mi padre y respuestas entre sollozos a las preguntas sobre mi examen, que en ese momento me importaba lo mínimo...