01 febrero 2006

La cúpula azul


Poniendo en posición de funcionamiento la parte del cerebro que almacena recuerdos, como un disco duro protegido, imborrable, accedo a la sección del 98. Autocar, destino al enjambre de torres y playa, lugar elegido por miles de familias españolas para desahogo vacacional veraniego. Quizá la primera escapada intensa con mi Ilsa particular buscando latitudes más templadas en un Septiembre espectacular. Viaje para no repetir. La vuelta en tren, gracias. Tras depositar parte del pasaje en sus lugares de descanso, llegamos al fin del trayecto. Taxi hasta ese idílico lugar de casas blancas y cúpulas azules con vistas al peñón de Ifach.
El apartamento con acceso directo a las olas y orientado al levante permite un sueño relajado tras los intensos y cariñosos cuidados que le brinda a mi proceso febril quien mejor consigue descifrar mis locuras. El congreso era interesante pero descubrimos muchas más posibilidades escudriñando calles empinadas y alrededores de la zona. La casualidad consiguió hacer que disfrutasemos de la estancia gracias al encuentro con Roberto, el amigo de César. Estuvo trabajando allí y conocía perfectamente el entorno.
Polop de la marina, Callosa d'en Sarrià, Guadalest, Calpe.
Callejuelas estrechas de desniveles considerables, la plaza en lo más alto repleta de terrazas bohemias con olor a incienso, la iglesia con cúpula azul y las vistas desde los miradores. Las fiestas de moros y cristianos, los locales de elaboración de velas ornamentales, la playa de cantos, el segundo apartamento, esta vez con vistas a poniente, la pirotecnia festiva. Pau Donés cantaba "Depende". Tantos y tantos recuerdos de aquella semana que tenía un sabor especial...
Altea